Mi sacapuntas favorito
Hoy durante la clase de
primer grado uno de mis estudiantes de apenas seis años, saco de su cartuchera
un sacapuntas totalmente nuevo que su papa le regaló, y exclamando dijo: mi sacapuntas
favorito, jamás lo dañare, nunca, nunca jamás, lo cuidare por siempre y lo
abrazo, observe esto y comencé a detallar cada acto que tenía con el
sacapuntas, lo colocaba cerca de él, lo tenía en un lugar apropiado para que no
se cayera, lo observaba con detenimiento, saco punta a todos sus colores que estaban casi sin usar
porque no tenía uno desde que inicio clases y al ver todo esto reflexione, y lo
compare con nuestra Salvación, la que tenemos en Cristo Jesús, esa que
confesamos como dice la palabra.
Asumí entonces que debo ver la salvación como un regalo de mi Papá, una vez obsequiado
debo conservarlo como dice efesios 2:7-8 Porque por
gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes,
sino que es el regalo de Dios. Mi semejanza al sacapuntas está en que tal
cual debe ser el cuidado de nuestra salvación en la vida como creyentes del que
nos llamó, la manera en como aquel niño saco punta a sus colores me recuerda
que ser salvo no significa haberlo alcanzado todo como dice Pablo en su carta a
los filipenses cap. 3:12 No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea
perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual
Cristo Jesús me alcanzó a mí. Necesito
ser moldeada por el Señor para perfeccionar hasta el día de su venida, necesito
quitar las puntas viejas y tener las nuevas, colorear mejor, aguardando el galardón
que Jesús me dio cuando me llamo como su hija y a través de su ayuda lo acepte.
Hermanos necesitamos guardar nuestro sacapuntas, incluso cuidarlo del enemigo
que lo quiere soplar, cuando pequeña solían mis compañeros decir; sopla el sacapuntas,
eso no se daña, pero siempre resulto ser
una mentira, créame que si sucede reiteradamente el aire que soplas esta húmedo
y arruina el filo del metal, pasa igual con nuestra salvación si permitimos que
el enemigo nos engañe diciendo que no se dañara, lo hará como paso en el huerto
del Edén. El autor de Hebreos nos dice algo al respecto ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos
una salvación tan grande? Hebreos 2:3 Es necesario ser como
este niño, abrazar la salvación y fijarte bien en que no caiga de tus manos, no
la pierdas de vista porque al final como dice la escritura en Mateo 24:12-13 y
por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Pero
el que persevere hasta el fin, este será salvo.
Dios te bendiga!
Comentarios
Publicar un comentario